sábado, 27 de enero de 2018

Reseña: Da vinci

El Café da Vinci es quizá uno de los locales más recurridos y por decir así "clásico" de nuestra ciudad, y que se encuentra en una muy buena zona, aunque no tan fácil de localizar a menos de que seas un buen observador en las calles de Durango.


En esta ocasión hablaremos primero que nada de lo bueno del lugar: como ya lo dijimos al principio, el lugar está ubicado en muy buena zona de la ciudad, en el pleno corazón, a un costado de la plaza de armas, por la calle constitución, en una segunda planta; es un lugar grande y cerrado con algunos balcones donde la vista es para ser sinceros, hermosa (en especial en las noches) y a través de la cual tienes a la vista la plaza entera y la catedral a un costado, balcones donde por cierto, para aprovechar la vista puedes fumar sin problema; mientras, por otra parte se encuentran unos pequeños sillones donde estas lejos del humo y de la bonita vista; ese sitio cuenta con un espacio para exposiciones de arte y un buen espacio para eventos musicales, la decoración en el local que a pesar de ser poca está muy bien organizada con toques vintage y dibujos en la pared de figuras reconocidas, que hacen que estéticamente el lugar sea agradable a la vista.

Aunado a ello los precios son accesibles y tienen promociones que se ajustan a tu presupuesto y cuentan con un menú para muchos de los gustos de los clientes.

Por otro lado, teníamos que llegar irremediablemente a hablar de lo malo del lugar, pues a pesar de sus ventajas, la experiencia se ve un poco eclipsada por algo importante; en nuestro caso y para anotar el café en nuestra lista del tour (no es la primera asistencia), pedimos un capuchino natural y un capuccino que se nos ocurrió hacer un poco exótico con un "shot de tequila", para hacer más interesante la experiencia; en cuanto al servicio, no tardaron tanto en llevarnos nuestra orden, pero en cuanto lo vimos no nos dio buena espina nuestro producto.

La taza era transparente por lo cual pudimos ver que una mitad de la bebida literal era puramente espuma y la otra era un liquido café transparentoso que al probarlo no nos supo a nada en especial, realmente no nos dio el sabor a café, y de hecho,  ni siquiera a leche, la consistencia era más como si tuviéramos enfrente un vaso de agua con colorante café, y en cuanto a la bebida "exótica" ocurrió exactamente lo mismo, aún y cuando ese plus tuvo claro, un costo extra.

Aquí nos pesa creerlo, pero podemos decir que es mejor el lugar que el producto, cuestión que en lo personal nos encantaría que se cambiara, y que los productos se pusieran a la altura de la bella estética y vista que realmente ofrece el establecimiento, aunque la decisión de acudir a consumir un producto así, ya dependerá de cada quien y de su juicio.

Ubicación del Café da Vinci:


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